Las propiedades curativas de la cebolla y el ajo se conocen desde hace mucho tiempo, pero debido al desarrollo intensivo de productos farmacéuticos, se han olvidado durante un tiempo. Sin embargo, vale la pena volver a interesarse por ellos, porque las plantas son una excelente alternativa a los productos farmacéuticos sintéticos.
Ajo y cebolla: casi toda la farmacia.
Tanto el ajo como la cebolla contienen un antibiótico natural y una amplia gama de compuestos orgánicos que pueden destruir eficazmente bacterias y virus (incluidos algunos estafilococos y estreptococos) sin causar inmunidad contra ellos.
Su composición incluye, entre otros: compuestos de azufre, flavonoides, saponinas, quercetina, vitaminas (A, C, E, K, PP y grupo B), sales minerales (calcio, fósforo, magnesio, hierro, zinc, silicio), aceites etéreos. , mucílagos, enzimas, pectinas, azúcares y ácidos orgánicos (cebolla y ajo), así como alinazina y alina, que por descomposición se transforman en alicina bactericida y ajoen, mostrando propiedades antitrombóticas, bacteriostáticas y anticancerígenas (ajo ).
Gracias a tal riqueza de compuestos químicos, ambos vegetales pueden ser un arma muy eficaz en la lucha contra diversos tipos de infecciones, así como algunas otras enfermedades.
¿Qué ayudará a la cebolla y el ajo?
La cebolla en forma de jugo, jarabe o extracto, tiene un efecto bactericida y desinfectante, y también aumenta la producción de moco en el tracto respiratorio. La verdura también apoya el sistema inmunológico, protegiéndonos de las recaídas y previniendo más infecciones. Las preparaciones de cebolla también pueden regular los niveles de colesterol, disminuir la presión arterial, apoyar el trabajo del sistema circulatorio y tener un efecto anticoagulante.
Nos beneficiaremos aún más del uso del ajo, que además de su fuerte efecto bactericida, también tiene propiedades antivirales, antihelmínticas, antifúngicas y anticoagulantes. Hace frente perfectamente a las bacterias y virus que atacan el tracto respiratorio (las sustancias volátiles emitidas por él llegan a los pulmones y los bronquios, destruyendo microorganismos peligrosos) y facilita la expectoración de las secreciones que se acumulan en ellos.
El ajo también ayuda a reducir el nivel de colesterol malo, regula la presión arterial, previene los coágulos de sangre, estimula el tracto digestivo y apoya la secreción de jugos digestivos y bilis. Las preparaciones de ajo también muestran propiedades anticancerígenas, por lo que se recomiendan en la profilaxis anticancerígena.
Ajo y cebolla sin olor desagradable
Aunque las propiedades curativas de las cebollas y el ajo son enormes, las usamos de mala gana, porque comer verduras se asocia con el olor desagradable que lo acompaña, que molesta a muchas personas. Hay varias formas en que podemos lidiar con este efecto secundario bastante especial, aunque inofensivo.
El aroma del ajo en la boca nos ayudará a neutralizar el té de perejil, manzana, apio o menta, así como los granos de café masticados o cardamomo. El olor fuerte también será menos molesto si el ajo machacado se combina con miel y se agrega a la leche tibia. Un vaso de agua tibia hervida con miel, limón y un diente de ajo machacado funcionará de manera similar.
El sabor distintivo de las cebollas será menos desagradable si come la verdura en forma de almíbar.
Receta de sirope de cebolla
Cortar en dados 2-3 cebollas. Los ponemos en capas en un frasco, espolvoreando con azúcar. Dejar reposar en un lugar cálido durante unas horas. La preparación funcionará aún más eficazmente si le agregas unas rodajas de ajo. El almíbar listo para usar debe colar y usar dentro de un día, ya que se descompone con bastante rapidez.
Las cebollas y el ajo no son para todos
A pesar de las muchas ventajas de las preparaciones de cebolla y ajo, no todo el mundo puede beneficiarse de ellas. Debido a las numerosas sustancias bastante poderosas presentes en el ajo, la planta puede interactuar con varios fármacos (incluidos los anticoagulantes y algunas preparaciones utilizadas en el tratamiento del SIDA).
Las cebollas y el ajo también pueden causar alergias y no se recomiendan para personas que padecen gastroenteritis aguda. El consumo excesivo de ambas verduras también puede irritar las membranas mucosas del sistema digestivo, causar hinchazón, ardor de estómago, dolor abdominal y náuseas, y provocar trastornos hepáticos y renales.
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