La fertilización es uno de los cuidados más importantes que debemos realizar en jardinería para que nuestras plantas se desarrollen adecuadamente, crezcan de manera saludable, florezcan en abundancia y produzcan cosechas satisfactorias.
Sin embargo, los resultados esperados solo se pueden obtener con una fertilización adecuada y adecuada, lo que no es una tarea fácil. Las diferentes especies de plantas tienen diferentes necesidades nutricionales y esperan proporciones ligeramente diferentes de minerales individuales. En la naturaleza, ellos eligen la posición más adecuada para ellos, en el jardín decidimos dónde van a crecer, por lo que es nuestra responsabilidad brindarles lo que más necesitan. Entonces, antes de elegir el tipo de fertilizante adecuado, debemos conocer los requisitos de las plantas que vamos a cultivar.
Plantas indicadoras
Otro elemento importante es conocer las propiedades del suelo que tenemos en nuestra parcela. Si no podemos realizar un análisis químico del sustrato, intentemos al menos aproximarnos a su composición, lo que se verá favorecido por las malas hierbas silvestres, llamadas plantas indicadoras. De esta forma, podemos evaluar tanto los parámetros relacionados con la reacción de pH como el contenido de minerales.
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En suelos neutros, lo más probable es que encontremos el saltamontes, el velo de campo o la consuelda, en suelos ácidos habrá cola de caballo, ranúnculo y violeta, mientras que en suelos alcalinos encontraremos amapola de campo, espuela, hierba de San Juan y manojos. Los suelos fértiles están ávidamente habitados por ortiga, quinua, crisantemo y saúco molido, ortiga rica en nitrógeno, nudillo o agripalma, mientras que el plátano y el trébol blanco son pobres en este componente. Sobre un sustrato rico en fósforo, encontramos panacea y trébol blanco, y donde hay poco nerviosismo y menta. El potasio también puede ser determinado por las plantas, como festuca y hierba doblada como niveles bajos, mientras que la panacea y la festuca necesitan más. Esta preparación nos permitirá evitar la sobrefertilización, muy peligrosa para las plantas, o una desnutrición igualmente desfavorable.
Sobrefertilización de plantas
La fertilización excesiva puede provocar muchos problemas en el desarrollo de las plantas. El exceso de nitrógeno, que ocurre con mayor frecuencia en las plantas, puede hacer que crezcan demasiado en masa verde, reduce la altura y la calidad del cultivo y las hace susceptibles a enfermedades fúngicas. La aplicación demasiado tardía de este fertilizante dificulta que muchas plantas lignifiquen los brotes y prolonga la vegetación de las perennes, lo que las hace susceptibles a las heladas invernales, por lo que lo mejor es darle la última vez a principios de julio. Además, debe fertilizar con mucho cuidado las plantas de nitrógeno que se han plantado después de cultivos de especies de la familia de las leguminosas, cuyas raíces se unen al nitrógeno del aire y lo acumulan en el sustrato. Los efectos ligeramente más leves acompañan a la fertilización excesiva con otros compuestos, aunque estos tampoco deben subestimarse. Por ejemplo, el predominio del potasio en el suelo dificulta que las plantas absorban magnesio y calcio, mientras que el exceso de fósforo interfiere con la absorción de hierro y cobre. Todas estas alteraciones repercuten en el estado de las plantas, evidenciado por diversas manchas, decoloración, falta de crecimiento, exuberancia excesiva, desecación, bajo rendimiento y otros cambios perturbadores en el aspecto, así como una mayor susceptibilidad a enfermedades y plagas.
Salinidad del suelo
La fertilización excesiva también puede resultar en la salinidad del sustrato, lo que a su vez conduce a una sequía fisiológica, es decir, la incapacidad de la planta para absorber la cantidad apropiada de agua del sustrato. Luego, por lo general, se secan y mueren. En tal situación, lo único que queda es un riego abundante del sustrato, que tampoco es una solución ideal, porque dificulta el acceso de oxígeno a las raíces. Por tanto, es mejor evitar la sobrefertilización que tratar de reducir sus efectos posteriormente.
Evitando errores de fertilización
Para hacer esto, seleccione el tipo de fertilizante más apropiado, úselo en dosis de acuerdo con las recomendaciones en el empaque de la preparación (no mida los fertilizantes "a ojo") y use agentes solo de fuentes probadas, porque los productos falsificados pueden contener una composición diferente a la declarada. También debes estar atento a las fechas de caducidad indicadas en el empaque, porque con el tiempo la composición de la mezcla puede cambiar, y los compuestos que contiene pueden volverse ineficaces o incluso tóxicos.
Los fertilizantes deben esparcirse uniformemente para que no se acumulen en un solo lugar, luego mézclelos con la capa superior de tierra y riéguelos suavemente. Esto evitará que la formulación se ventile y permitirá una mejor distribución de los nutrientes. Intentemos también complementar la fertilización mineral con fertilizantes orgánicos, lo que reducirá los riesgos asociados con la fertilización excesiva y el daño a la estructura del suelo. Por eso vale la pena tener un compostador en la parcela, que apoyaremos en la correcta alimentación de nuestras plantas.
También debemos recordar que no se debe exceder el encalado del sustrato, porque demasiado alcalino es más difícil de neutralizar que demasiado ácido, y la mayoría de las plantas prefieren suelos neutros.
La fertilización racional y cuidadosa es sin duda el mejor garante de la salud y la belleza de las plantas que cultivamos.